"Que
no seas capaz, como me decís, de escribir sobre "cualquier tema" es un
buen indicio, no un motivo de desaliento. No creas en los que escriben
sobre cualquier cosa.
Las obsesiones tienen sus raíces muy profundas, y
cuanto más profundas menos numerosas son. Y la más profunda de todas es
quizá la más oscura pero también la única y todopoderosa raíz de las
demás, la que reaparece a lo largo de todas
las obras de un creador verdadero: porque no te estoy hablando de los
fabricantes de historias, de los "fecundos" fabricantes de teleteatros
o, de best-sellers a medida, esas prostitutas del arte. Ellos sí pueden
elegir el tema.
Cuando se escribe en serio, es al revés: es el tema que
lo elige a uno. Y no debes escribir una sola línea que no sea sobre esa
obsesión que te acosa, que te persigue desde las más oscuras regiones, a
veces durante años. Resistí, esperá, poné a prueba esa tentación; no
vaya a ser una tentación de la facilidad, la más peligrosa de todas las
que deberás rechazar. Un pintor tiene lo que se llama "facilidad" para
pintar, como un escritor para escribir.
Cuidado con ceder. Escribí
cuando no soportes más, cuando comprendas que te podés volver loco. Y
entonces volvé a escribir "lo mismo", quiero decir volvé a indagar, por
otro camino, con recursos más poderosos, con mayor experiencia y
desesperación, en lo mismo de siempre.
Porque, como decía Proust, la
obra de arte es un amor desdichado que fatalmente presagia otros. Los
fantasmas que suben desde nuestros antros subterráneos, tarde o
temprano se presentarán de nuevo, y no es difícil que consigan un
trabajo más adecuado para sus condiciones. Y los planes abandonados, los
bocetos abortados, volverán para encarnarse menos defectuosamente".
Ernesto Sabato
20131003
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