20130319

Mediodia

Por mucho tiempo, le he rehuido a comer en soledad,  sentarme a la mesa solo solito siempre ha sido para mi un motivo de tristeza... Así que lo evito.

Ante la ausencia de compañía a la mesa, la mayoría de las veces como muy rápido,  cosa que me ha funcionado y hace que esa experiencia no dure mucho. Hace ya algún tiempo que para paliar el almuerzo en solitario, me  hago acompañar de un libro o algo que leer y funciona.

Con la lectura uno divaga y ocupa su mente,  la alimentación se vuelve secundaria y la ausencia de interlocutor no es tan evidente.

Así que la próxima vez, que alguno de ustedes me encuentre comiendo solo en cualquier lugar del centro, no duden en sentarse a la mesa y hacerme más agradable la transición alimenticia entre am y pm.

Hoy me disfrute las líneas que leí, así que se las comparto:

–No estaba seguro de que fueras tú. La manera de andar era idéntica. Pero, a la vez, me daba la impresión de que se trataba de otra persona. Dudaba. Por eso te seguí. Bueno, de hecho no te seguía. buscaba la oportunidad de dirigirte la palabra.
–¿Y por qué no lo hiciste? ¿Por qué no me hablaste directamente? Habría sido más rápido.
–Ni yo mismo lo sé –le respondí con franqueza–. En aquel momento no pude. Ni siquiera me salía la voz.
Ella se mordió los labios durante un instante...


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