A algunos atrevidos navegantes de la vida, después de la dificultad de elevar su nave, les suele atacar un síndrome temido y silencioso: el auto sabotaje, que muchas veces se viste de desconsuelo, inconsciencia, venganza, despecho, temor, inseguridad, tradición, condicionamiento social, costumbre o decepción.
Allá va en picada la nave: la relación atípica y anormalmente feliz, se descoloca ante protocolo de la unión legal y políticamente correcta. El intrépido visionario tropieza con el temor al cambio, ventajosa zancadilla a la aventura. Ella, la del buen querer ante la desilusión abre las piernas y cierra la puerta al amor propio.
Todos corremos el riesgo y todos tenemos la opción.
20121217
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