20110222

Destino, camino, realidad...

Él me ha acercado a la teoría de la sincronicidad, con su peculiar visión sobre la causualidad y sobre lo inexplicable del destino. Yo lo oigo, y me llena de dudas. Él piensa que yo no le creo. Y se desvive en explicaciones: “Todos tus actos están conectados con lo que vos sos y con lo que te va a suceder”.

El azar esta desterrado de su visión: los hechos que te afectan son ineludibles.

Lo que más me aflige y lo comento con él, es el valor de las decisiones -¿Es correcta mi decisión?, ¿es el momento indicado para decidirla?-, si como él dice, ya todo esta escrito, ¿qué es lo que nos lleva a tomar esta o aquella decisión?... ¿Por qué en repetidas veces nos inclinamos conscientemente o inconscientemente por las decisiones alocadas, poco acertadas y sin sentido?...

Él, se encoge de hombros, y se defiende con anécdotas:

-Tuve en algún momento que decidir en cambiarme de trabajo, la diferencia en el salario era únicamente de 50 quetzales, y además tomar el riesgo de una nueva empresa versus la estabilidad de la empresa en la que me encontraba. ¡Jamás, tome tan buena decisión. Jamás!

-De haberla pensado mucho, no me hubiera atrevido a hablarle a la chica con el pelo pintado de fucsia, y de esa cuenta, me hubiera perdido uno de los viajes mas interesantes por las calles de la Habana.

-Al verme al espejo esa mañana, estaba seguro no cumplía con los estándares de imagen para la plaza que esa empresa ofrecía; sin embargo, fui. Después de la entrevista, sabía que no me iban a contratar. Pude haberme dado por vencido, pero insistí, insistí e insistí. Al mes de haberme contratado me despidieron. Y volví a insistir. Estuve 4 años en el puesto y allí tomo rumbo el destino para el cual estaba programado...

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